Las empresas avícolas estudian un acuerdo que les permitan canalizar mayores volúmenes en los mercados internacionales para desagotar al mercado local. El objetivo es lograr que el precio por kilo llegue a los $38.
Las faenadoras nucleadas en el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (Cepa) creen que en la exportación podría haber una puerta de salida a la crisis por la que atraviesan desde hace años.
La intención es lograr un acuerdo comercial entre las empresas que permita canalizar un volumen mayor en los mercados mundiales aun cuando el precio interno (que es inferior a los costos) sea superior a los valores que pagan los países importadores.
Lo que se analiza es la posibilidad de que las firmas que no tienen autorización para exportar abastezcan con parte de su faena a las que sí pueden hacerlo para desagotar de esa manera al mercado local. Debería al mismo tiempo generarse un mecanismo compensatorio de los precios para lograr un reparto equilibrado del ingreso y de los gastos.
Empresarios del sector dijeron que el volumen que se debería quitar al mercado local sumaría 200 mil toneladas que deberían ser negociadas en los mercados internacionales. Eso permitiría que el precio promedio en góndola tuviera una recuperación. La intención es que pase de los actuales $35 a $38 por kilo para alcanzar la línea de flotación de los costos.
El mercado doméstico se come todo lo que se le ofrece y en efecto llegó a absorber en los últimos meses según estadísticas privadas cerca de 45 kilos. Pero reacciona diferente según el tipo de carne que se le presente en la góndola. Con la de pollo no tiene piedad: la mayor oferta se traduce en precios bajos que no acompañan la inflación.