La exportación representó en mayo el 27% de la producción de carne vacuna.
El analista Ignacio Iriarte comenta la evolución de los embarques, su impacto en el mercado y qué pasa con la oferta para el consumo interno.
La exportación, que ya representa el 27% de la demanda, va ocupando el centro de la escena. Pero el dinamismo de este sector no alcanza todavía para arrastrar al 73% restante, que es el consumo interno, cuya demanda está muy floja. En cualquier otro momento de la historia, los magros 50 kg per cápita equivalente anual disponibles para el consumo doméstico, hubieran provocado una explosión en los precios del ganado, como en el 2010-2011, pero hoy “el consumo se ha entregado sin pelear” al decir de una matarife. Actualmente tiene un precio diferencial la vaca gorda -que se destina al consumo y también a la exportación-, la vaca conserva o manufactura que va a China, y el novillo pesado, pero hace meses que la hacienda liviana de consumo vale casi lo mismo: la oferta de feedlot se ha recuperado y lo que se envía a faena le alcanza y sobra a un mercado de consumo interno muy planchado. Todas las buenas noticias vienen del lado externo: el incipiente incremento de las ventas a EE.UU. (R&L, carne orgánica, kosher), el aumento en volumen y de los precios de las exportaciones a China, el acuerdo U.E.-Mercosur, que si bien llevará tiempo y trabajo instrumentarlo y volverlo operativo, tendrá un fuerte efecto positivo sobre el sector. Sólo la reducción a 0% de los aranceles a la cuota Hilton representa una mejora muy significativa (70 millones de dólares anuales) del poder de compra de la industria.
El criador, mientras tanto, si bien vende mucho mejor sus vacas de refugo, vive esta euforia exportadora desde lejos. Frente a un panorama externo inéditamente favorable, la ganadería argentina ha iniciado hace unos meses un incipiente proceso de liquidación, que no es más acelerado porque el clima está acompañando de manera muy favorable.
Pese a que a marzo próximo puede esperarse una caída -moderada- en la cantidad de vacas en el stock nacional, la cantidad de terneros a destetar podría ser la misma, porque los tactos de este otoño han mostrado -en la mayor parte del país- índices de preñez significativamente más altos que el año anterior, los cuales a su vez habían mejorado con respecto al año previo. Es notable lo que se le puede sacar a una vaca de cría en la Argentina, cuando se le da de comer lo que necesita.