Hace meses que el precio de la carne vacuna casi no tiene mejoras. Tampoco los de la
hacienda. Mientras tanto la producción, la industria y el comercio soportan incrementos
de costos de engorde, de faena, energéticos y otros.
En agosto según el Indec la inflación fue de 7% y en los últimos doce meses acumula 79%.
Y eso implica también más costos para toda la cadena que no son compensados por los
ingresos. Hay subas por inflación de los alquileres de los locales comerciales, de los
empleados en todos los eslabones, de la energía por inflación y por quita de subsidios, del
combustible y de otros rubros.
La industria convalidó una paritaria de más de 80%, necesaria para que el salario de los
trabajadores no pierda contra la inflación de este año, pero eso implica un costo que no se
puede trasladar al precio de la carne vacuna.
Este alimento, el preferido de los argentinos, subió en agosto 1,2% según la medición del
IPCVA y 64% en los últimos doce meses, es decir, tiene un retraso de 15 puntos
porcentuales respecto de la inflación promedio.
Hay una alta oferta ganadera que se nota sobre todo en las categorías livianas y en
novillos. Hay también una alta oferta de carne de pollos y cerdos que suben más que la
carne vacuna pero que medidos por kilo tienen un precio inferior.
Alta oferta y precios más bajos de las carnes alternativas a la vacuna llevan a que el
consumidor, cuyo salario pierde poder de compra, opte por el pollo o el cerdo que
registran subas mayores.
Cae en términos reales el precio del producto final de la cadena vacuna y también el de la
hacienda lo que habla de la pérdida del poder de compra de la demanda interna ya que un
kilo de carne cuesta más de mil pesos, uno de cerdos 800 pesos en promedio y el pollo
entero 365.
De acuerdo a la medición del IPCVA la relación pollo asado es de 3 a 1, se ubica dentro de
los promedios históricos, pero es la más baja en 4 años.
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