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Por: Lic Ignacio Iriarte – Informe Ganadero

Fuerte caída de la faena vacuna



Por: Lic Ignacio Iriarte – Informe Ganadero


Ignacio Iriarte analiza la caída que tuvo la oferta de ganado terminado en enero y las perspectivas para los meses próximos en función de los costos del engorde y de la incidencia del clima en las recrías.



Después de tres meses de registrarse una oferta ganadera muy alta, la faena finalmente cedió: en enero resultó un 14% más baja que igual mes del año pasado, y la más baja en cinco años para el primer mes del año. Fue especialmente marcada la caída en la faena de novillitos de dos dientes (-19%) y de vaquillonas de dos dientes (-21%), categorías exclusivamente de consumo; esta fuerte reducción explica por qué pese a la baja del consumo -que en enero habría sido de sólo 45 kg per cápita-, los precios del ganado en pie no han cedido: la demanda es muy baja, pero la oferta también ha caído de manera abrupta. Un empate entre una menor oferta y una menor demanda, pero con precios reales todavía muy altos.


¿Por qué en enero cae tanto la oferta ganadera? Por el lado de la hacienda liviana de consumo, durante los últimos cuatro meses el feedlot ha venido achicando el número de cabezas encerradas; la combinación de diferencias de compra/venta muy negativas (-25/30%) con la disparada del precio del maíz a partir de agosto del 2020, determino pérdidas muy fuertes por ciclo de engorde, que se acercaron a los $9000 por animal en noviembre último. La mayoría de los feedloteros durante el último trimestre redujo la reposición, pero esto se ha expresado en una caída en la faena de ganado liviano recién en enero, esta vez de manera mucho más dramática que otros años. La oferta proveniente de los corrales no se recuperará en varios meses, debiéndose observar que, pese a la fuerte suba del precio del gordo, los márgenes del feedlot siguen siendo negativos.


La ocupación de los corrales ha caído, pero muchos operadores siguen encerrando porque no se puede parar la rueda financiera, o porque ya se tiene el alimento producido en el propio establecimiento (silo y grano), o porque lejos de los puertos el maíz vale menos y es inevitable el engorde a corral, o porque se utiliza para el engorde algún subproducto barato. También porque se apuesta a una nueva suba del ganado gordo para más adelante, o porque el corral es un eslabón irreemplazable en la cadena de valor de la carne (matarifes y frigoríficos), o porque no se hacen bien las cuentas. El feedlot reducirá su actividad, pero no desaparecerá.


Con la seca, las recrías sobre pasturas, verdeos o campo natural se han atrasado, y con la suba del precio del maíz muchos invernadores han achicado o suprimido directamente la suplementación con grano. Aparece de forma incipiente en el mercado la oferta de terneros o novillitos recriados que el productor no quiere suplementar o encerrar para su terminación. El bache de oferta de ganado gordo que estamos viendo tiene que ver con el efecto simultáneo de la seca y de la suba del maíz. Ahora que ha llovido en la mayor parte de las zonas ganaderas, el productor alarga el período de engorde del novillo sobre pasturas y reduce a lo indispensable el uso del grano. Una retención de verano, después de meses muy adversos; la reposición esta cara y escasa, y el novillo también es hoy “reserva de valor”.


La ganadería argentina, en su fase de recría/engorde y terminación, sin el uso masivo del grano, ha bajado una o dos marchas su velocidad de engorde.


Los más optimistas piensan que la ocupación de los feedlots comenzará a recuperarse a partir de febrero-marzo, con la nueva zafra de terneros, y que el bache de oferta por la seca y por el menor uso del grano, tenderá a regularizarse lentamente en dos o tres meses. “Es un cambio de ritmo: más pasto, menos grano, todo más lento. Ya pasó otras veces: primero reaparecerán las vacas y los novillos, después reaparecerá la hacienda liviana. En el ínterin, la menor oferta del feedlot le pondrá un piso al precio de la hacienda”.

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